Para comenzar, hay que asegurarnos de que las hojas de lechuga y rucula estén bien limpias. Yo acostumbro pasarlas debajo de un chorro de agua fría, hacer presión con las manos para sacar cualquier residuo, y luego sumergirlas por algunos minutos en un recipiente de agua con vinagre blanco.
Luego hay que lavar la manzana, retirar el corazón y cortarla en cubos, salvo una parte que guardaremos para cortarla en láminas, y conservaremos para la decoración. Con unas seis láminas de manzana será suficiente.
Rociar los trozos de manzana con el jugo del limón para evitar la oxidación.
En el caso de las nueces, abrir las cáscaras, sacar los trozos y pelarlos. Puedes usar los trozos de nueces al natural, o si lo prefieres, tostarlos ligeramente sobre un sartén.
Respecto al queso, hay que cortarlo en cubos, pero también guardaremos unas 6 rebanadas o láminas para la decoración final.
En una ensaladera, mezclaremos las hojas de lechuga y rucula con los cubos de queso y manzana, y los trozos de nueces, reservando algunos de estos últimos para la decoración.
Ahora vamos a aderezar con el aceite de oliva y un buen chorro de balsámico, pero sin abusar. Mezclaremos bien todo de nuevo, para que los ingredientes se impregnen de los aderezos. Podemos ayudarnos con un par de paletas para ensalada.
Sobre la ensalada mezclada, vamos a disponer los ingredientes reservados para la decoración: las láminas de manzana, queso y algunos trozos de nuez. Podemos rociar con un poco de jugo de limón adicional, un hilo de aceite de oliva, y espolvorear ligeramente con pimienta negra molida.