Vamos a comenzar por precalentar el horno. Lo pondremos a 160 grados centígrados.

Luego, hay separar las claras y las yemas de los huevos. Conservaremos las claras para alguna otra receta.

En el caso de las yemas, las batiremos con el azúcar, hasta obtener una mezcla homogénea.

También agregaremos la vainilla, si hemos decidido utilizarla, para aromatizar esta mezcla. Batiremos más el conjunto, para incorporarla perfectamente a la crema.

Reservaremos la mezcla de huevos y azúcar, momentáneamente, para ocuparnos de la crema de leche. Para seguir, calentaremos una olla y agregaremos esta última. Adentro, pondremos la rama de canela.

El objetivo será llevar la crema de leche a punto de ebullición. Sin embargo, es importante que hagamos esta operación con cuidado para evitar que la crema se queme. De entrada, hay que mantener el fuego entre medio y bajo.

Una vez que la crema de leche rompa a ebullición, la retiraremos del fuego y sacaremos la canela.

Enseguida, iremos agregando la pasta que hemos preparado previamente con los huevos y el azúcar, mientras vamos revolviendo todo muy bien.

Una vez obtenida una crema homogénea, distribuiremos nuestra mezcla en moldes aptos para el horno. Podemos usar los típicos recipientes anchos y bajos para preparar crème brûlée, o sino, cualquier recipiente individual de cerámica que se pueda hornear y hervir.

Lo que sigue es preparar un recipiente con agua para llevar nuestras cremas a baño de María en el horno, por media hora.

Una vez que los saquemos, los dejaremos enfriar. Es importante no saltarse este paso, porque los cambios bruscos de temperatura pueden dañar la leche contenida en esta receta.

Luego, procederemos a trabajar la cubierta de azúcar. Espolvorearemos con un par de cucharadas de azúcar la superficie de cada molde, hasta hacer una capita pareja.

Con un soplete, pasaremos cada capa al fuego para que se funda, y obtendremos nuestras cubiertas de caramelo.

Una vez realizado el "quemado" del caramelo, guardaremos nuestra creme brulee en el refrigerador.