Para que el pastel quede esponjoso-jugoso-sustancioso, y con todas las cualidades fantásticas que terminan en “oso”, comienza con algo fundamental: tratar por un lado los ingredientes considerados secos y por el otro los considerados húmedos, antes de que combinados se conviertan en tarta.
Bowl 1 – Ingredientes secos: busca un bowl y mezcla en él la harina, el polvo de hornear, el bicarbonato, los dos tipos de azúcar, la sal, y la canela. Y, hablando de harinas, si andas de amores con las recetas con poco o nada de harina de trigo, puedes suplantarla por harina de almendras que es una exquisitez. Otro secreto encantador que pone de cabeza a quienes prueban esta tarta, es combinar una taza y media de harina de almendras con media taza de harina de coco. ¡Uff!
Bowl 2 – Zanahorias: ahora vamos con la razón de ser alimenticia que te mueve a preparar esta tarta: las zanahorias (aunque en el fondo sepas que, más que zanahoria, lo que deseas con locura es una delicia de postre :P). Pélalas, rállalas y en un segundo bowl mézclalas con las nueces trituradas. ¿Sabes que más le va bien a esta mezcla…? ¡Algo de jengibre! Si eres fan, lo adorarás en esta tarta. Si no lo eres tanto, ni lo consideres. Otras ideas opcionales para aderezar la zanahoria, es cualquier otro tipo de fruto deshidratado, ¡por supuesto!, pero también piña rallada o ralladura de piel de naranja.
Bowl 3 – Ingredientes húmedos: en este bowl bate los huevos con el aceite de girasol y una cucharadita de vainilla, hasta espesar. Incorpórale el preparado de zanahoria del segundo bowl y completa la mezcolanza agregando poco a poco el contenido seco del primer bowl de harina, batiendo con firmeza sin interrumpir. Dale homogeneidad a todo.
Horneado: precalienta el horno a 180° mientras enharinas en mantequilla y harina un molde que tenga tu forma favorita. Vierte en él la masa y hornea durante 50 minutos, siempre vigilante. El truquillo para saber cuándo estará listo el pastel, es pincharlo con un cuchillo o con un palillo verificando que al salir se mantenga seco y no esté impregnado de masa.
Deja enfriar a la intemperie y luego enfría un poco más todavía, metiéndolo al frigorífico.