Para comenzar, vamos a pelar los dientes de ajo, y luego les quitaremos las puntas con la ayuda de un cuchillo afilado.
Yo prefiero hacer esta receta a la antigua, utilizando un mortero, pero nada te impide preparar este plato de forma moderna, con un robot de cocina o licuadora. Finalmente, nuestro objetivo será triturar varios ingredientes.
Pondremos los ajos en el mortero. Luego, partiremos el limon por la mitad y exprimiremos su jugo en un recipiente aparte. Recuperaremos una cucharada y media y la mezclaremos con los dientes de ajo.
Ahora vamos a triturar los ajos con el jugo. Luego, añadiremos un toquecito de sal, otro de pimienta, y finalmente, el huevo.
Continuaremos a majar los ingredientes, y cuando tengamos una pasta más o menos uniforme, comenzaremos a dejar caer en ella un hilillo de aceite de oliva. Es esencial que lo vayamos haciendo muy poco a poco, como para una mayonesa convencional. La verdad es que hacer este paso es más práctico cuando se usa una licuadora o robot, porque así puedes ir vertiendo el aceite sin parar de triturar y mezclar el resto. Si estás haciendo la preparación con mortero, como yo, lo más práctico es pedir la ayuda de alguien más, para no parar el majado.
Cuando termines el añadido del aceite, continúa emulsionando la salsa de ajo, hasta obtener la consistencia deseada.
Una vez que la salsa esté tan espesa como lo desees, verifica la sazón y si hace falta corrígela con un toquecito adicional de sal o pimienta. Mezcla bien.
Eso es todo. La salsa de ajo puede consumirse inmediatamente, aunque yo prefiero dejarla reposar para que tome un poco de más consistencia. De preferencia, no le dejes a temperatura ambiente. Mejor llévala al refrigerador y consérvala en un recipiente tapado, para evitar que se reseque. Si puedes dejarla allí durante una hora o dos antes de consumirla, el resultado será mejor aún.