Si has decidido utilizar la lechuga, hay que comenzar por lavar bien las hojas y escurrirlas.
Luego, hay que conseguir una superficie para armar cada sándwich. Puede ser una tabla de picar grande o sobre una mesa o tabla de madera, bien limpia y seca.
Acomoda cada rebanada de pan sobre la superficie de trabajo, y unta ligeramente una de sus caras con la mayonesa o manteca aligerada. Lo ideal es utilizar un pincel de cocina para esta tarea, pero si no cuentas con uno en casa, puedes valerte de una cuchara y un cuchillo.
Cubre la mitad de las rebanadas de pan con una loncha de jamón. Te quedarán cinco rebanadas cubiertas.
Coloca una loncha o feta de queso sobre cada loncha de jamón. Luego, cubre cada caso con una de las hojas de lechuga (bien escurrida).
Finalmente, tapa cada mitad de sándwich con una de las tapas restantes de pan. La cara que ha sido untada con la manteca o mayonesa, debe quedar hacia adentro.
Coloca todos los sándwiches en una pila, y presiona con otra tabla de picar o con un plato. El objetivo es que se aplanen un poco, y queden más finos.
Luego, utiliza un cuchillo bien afilado para armonizar los bordes de los sándwiches. Deben quedar perfectamente cuadrados. Esto implica quitar cualquier sobrante de relleno, o incluso la corteza del pan de miga, si no lo has conseguido como unicolor desde el principio.
Para terminar, corta en mitad en un sentido diagonal, para obtener sándwiches de miga triangulares, y que queden todos del mismo tamaño.
Consume lo más pronto posible, para que estén bien frescos e hidratados. En cualquier caso, siempre deben comerse el mismo día que han sido elaborados.