Lo siguiente será preparar un plan de trabajo para la masa. Debe ser una superficie plana, lo suficientemente grande, limpia y seca. Puede ser una mesa de madera.
Engrasaremos ligeramente la superficie para evitar que se pegue la masa.
Luego, dividiremos la masa en dos o tradicional es partes para manipularla más fácilmente. Colocaremos una de la partes en el centro del plan de trabajo, y comenzaremos a aplanarla con la ayuda de un rodillo, partiendo desde el centro, para que se vaya alargando de manera uniforme. La estiraremos hasta obtener una especie de película uniforme, de poco más que un milímetro de espesor. Procura que te quede una forma circular.
Para continuar, hay que picar la masa en triángulos (como si picaras una pizza). Si has dividido la masa de base en dos porciones, te saldrán hasta unos seis de buen tamaño. Si la has dividido en tres porciones antes de pasar el rodillo, te saldrán hasta cuatro.
Cada triángulo de masa se convertirá en un cachito. Para armarlo, comenzaremos por agregar un puñado de jamón en el centro de la base del triángulo.
Luego, iremos enrollando la masa para formar el cachito. Lo último que vamos a enrollar será la punta. Haremos un poco de presión en los extremos para que queden bien sellados y no se vaya a salir el jamón. Luego, curvaremos un poco el cachito, para darle una forma ligeramente de tipo croissant.
Ahora vamos a preparar la bandeja que utilizaremos para llevar los cachitos al horno. Hay que cubrir su superficie con papel para hornear, o engrasarla, para que los cachitos no se vayan a pegar.
Colocaremos el primer cachito armado sobre la bandeja, e iremos haciendo lo mismo con los demás, a medida que queden armados. Hay que dejar un poco de espacio entre ellos, para que no se vayan a pegar mientras se hornean.
Cuando todos los cachitos estén en la bandeja, los taparemos con una película plástica, o con un trapo limpio, y los dejaremos reposando durante una hora.