Para comenzar, conseguiremos un bol o recipiente grande, en el cual preparar la masa. Allí colocaremos la harina y agregaremos la levadura en polvo, y media cucharadita de sal. Luego, hay que revolver los polvos con un tenedor.

Para continuar, hay que disponer los polvos como una especie de embudos o volcán, con un hueco en el centro, en el cual hay que verter el agua.

Luego, con las manos bien limpiar, hay que amasar para mezclar el agua y los polvos, con la suficiente rapidez para que no se formen grumos. Si estos llegaran a formarse, continúa amasando, para uniformizar la mezcla. Si esto no funciona, ve deshaciendo los grumos presionando cada uno entre el pulgar y el índice, para que se hagan polvo de nuevo y puedas integrarlos al resto de la masa.

Si tu masa no se vuelve homogénea, o tiene una consistencia aún muy granulosa, puedes mezclarla con un poquito más de agua (pero muy poquito).

Cuando hayas logrado formar una bola con la masa, déjala en el centro del recipiente y cúbrelo con un trapo limpio y seco. Lleva la masa a un lugar fresco y seco, y déjala reposar durante una hora y media.

Unos 20 minutos antes de que se termine el tiempo de reposo de la masa, precalienta el horno a 220 grados centígrados.

Cuando se termine el tiempo de reposo de la masa, espolvorea con harina una superficie limpia, idealmente de madera, que puede ser una mesa.

Luego, llena una bandeja de agua y colócala en la parte inferior del horno. Esto te permitirá llenar de vapor el horno, lo que contribuirá a cocinar el pan sin que se reseque.

Para continuar, coloca la masa en la superficie enharinada y amasa 5 minutos, para luego darle la forma deseada al pan. Opcionalmente, si quieres decorar con alguna forma, puedes ayudarte con la punta de un cuchillo, para crear un diseño en la superficie del pan.

Luego, engrasa ligeramente un gran recipiente apto para horno, o una bandeja metálica. También puedes cubrir el molde o bandeja con papel encerado de cocina, en lugar de engrasarlo.

Coloca el pan encima, y espolvorea con un poco más de harina.

Lleva el pan al horno y luego baja la temperatura a 200 grados. Deja que el pan se cocine durante 35 minutos, con supervisión constante, para asegurarte de que no se vaya a dorar de más.

Cuando se termine el tiempo de cocción, saca el pan del horno y deja que se enfríe, de preferencia sobre una rejilla.