Saca tu masa de la nevera y separa en cuatro porciones iguales.
Cada uno de esas porciones las vas a estirar muy bien con un rodillo hasta que obtengas una lámina cuadrada de 3 cm de grosor aproximadamente.
Con una clara de huevo, pincelarás todos los bordes de la lámina.
Toma tu relleno, y lo vas a ir colocando con una cuchara pequeña en dos de tus láminas con una separación de dos centímetros entre cada relleno. Las otras láminas se usarán para tapar.
Una vez que hayas colocado todas las porciones del relleno tomarás las láminas restantes y taparás las que tienen el relleno, procurando que los bordes queden bien pegados.
Si tienes un corta-pastas manual, lo puedes usar para cortar o separar cada ravioli. Si no lo tienes, usa un molde cuadrado pequeño y con un tenedor presionarás en la punta de los ravioles para hacerle el trazado característico del borde.
Cuando estén listos, espolvoréales harina o sémola de trigo para que compacten. Déjalos reposar por 30 minutos antes de cocinar.
Coloca abundante agua con sal en una olla y lleva el agua a hervir. Introduce los ravioles y cocina durante unos 5 minutos.
Sabrás que están listos, cuando los ravioles suban a la superficie.
Escúrrelos y sirve con mucho queso parmesano, aceite de oliva o tu salsa favorita.
¡Disfruta!