Troceamos el pollo en casa o bien le pedimos al carnicero que nos lo trocee cuando lo compremos. Limpiamos bien las piezas de restos de grasas que encontremos en los mismos. Salpimentamos los trozos ligeramente.
Doramos el pollo en una cazuela con aceite de oliva virgen extra caliente. Vamos dando la vuelta a los trozos para que se doren por todas las partes. Reservamos.
Troceamos las cebollas y pelamos los dientes de ajo, estos también los vamos a picar bien finitos. Reservamos. Sofríe en la sartén en la que cocinamos el pollo.
Cocemos los huevos durante 14 minutos y reservamos las yemas.
Tostamos las almendras en una sartén pequeña controlando siempre la temperatura para que no se quemen.
En dos cucharadas del aceite que hemos empleado para dorar el pollo, añadimos el pan cortado en trocitos pequeños.
Freímos el pan hasta que quede tostadito, procurando que no se queme. Reservamos.
En un mortero ponemos el pan tostado, las yemas cocidas y las almendras tostadas. Machacamos todo hasta que quede una pasta.
Con la cebolla y el ajo ya listos, añadimos el pollo, el majado que tenemos preparado y el vino blanco. Cocinamos unos minutos hasta que el vino reduzca y añadimos el caldo de pollo. Salpimentamos al gusto.
Dejamos cocer durante 15 minutos.
Sirve y disfruta.