Empieza calentando las dos cucharadas de aceite de oliva en una olla grande a fuego medio-alto. Cuando el aceite esté caliente (puedes saberlo echando un pedacito de pavo y si chisporrotea, está listo), añade los cubos de pavo. Cocínalos hasta que estén dorados por todas partes, lo cual suele tomar unos 5-7 minutos. Una vez dorados, retira el pavo y ponlo en un plato aparte.
Con el aceite ya aromatizado por el pavo, agrega el ajo picado y la cebolla. Deja que se cocinen juntos por unos 3 minutos o hasta que la cebolla esté translúcida y el ajo fragante. Este proceso libera los sabores que son la base de nuestro estofado.
Ahora es el turno de las zanahorias y el apio. Agrégalos a la olla y cocínalos durante unos 5 minutos. Quieres que empiecen a suavizarse pero sin perder del todo su textura crujiente.
Vuelve a poner el pavo en la olla, sumándolo al mix de vegetales.
A continuación, añade los champiñones y los tomates en cubos. Los champiñones liberarán su jugo y los tomates empezarán a deshacerse, lo que aportará un rico sabor y una textura estupenda al líquido del estofado.
Vierte el caldo de pollo sobre los ingredientes hasta que estén bien cubiertos. Incorpora la hoja de laurel y la cucharadita de tomillo seco. Estas hierbas añaden profundidad al sabor del estofado. Luego, sazona con sal y pimienta al gusto.
Aumenta el fuego hasta que el líquido comience a hervir. Entonces, reduce el fuego a bajo, tapa la olla y deja que el estofado se cocine a fuego lento. Esto debe ser unos 30 a 40 minutos. Durante este tiempo, los sabores se fusionarán y el pavo quedará tierno y jugoso.
Después de la cocción, retira la hoja de laurel; su trabajo ya está hecho. Prueba el estofado y, si es necesario, ajusta la sazón agregando un poco más de sal o pimienta.
Una vez el estofado esté listo, sírvelo en platos hondos y espolvorea con perejil fresco picado en la parte superior para darle un toque de frescura y color.