Pelar las cebollas y cortar en tiras finas y largas (puedes aprovechar para ver la parte llorona de una película al mismo tiempo).

Derrite 3 cucharadas de la mantequilla en un sartén caliente, con cuidado para no quemarla. Usa un fuego medio – bajo.

Verter las cebollas y salpimentar al gusto.

Cocinar las cebollas hasta que se tornen transparentes. La idea es que no tomen color, o como máximo, un ligero dorado. Ante las dudas, baja más el fuego, aunque tengas que esperar más tiempo para alcanzar el punto de cocción.

Mezcla la harina con las cebollas y remueve para que el polvo se distribuya bien. Deja cocinar un par de minutos.

Añade al alcohol, remueve y cocina un par de minutos más.

Suma el caldo, tapa, y deja cocinar 25 minutos a fuego bajo.

Aprovecha para precalentar el horno a 200 grados C.

Revisa y remueve el caldo de cebolla, de vez en cuando, para asegurarte al 100% de que no se peguen las piezas enharinadas.

Aprovecha este tiempo para cortar la baguette en rebanadas. Cuida que no sean muy delgadas, para que resistan bien la cocción.

Unta las rebanadas con la mantequilla restante.

Pela el diente de ajo y presiona contra cada pieza, como si se tratara de un cuchillo con el que estás untando algo. La idea es que absorban el sabor. Puedes hacer pequeños corte en la superficie del diente para que se vayan abriendo con la presión contra el pan. También puedes aplastarlo un poco con un mazo, para que desprenda más gusto.

Acomoda un buen montón de queso rallado sobre cada rebanada de pan.

Una vez pasado el tiempo de cocción de la sopa, distribuye en cuencos individuales resistentes al horno, y coloca rebanadas de pan en cada uno. Puedes disponer las rebanadas sobre el líquido servido, o colocar una al fondo, antes de verter el caldo, y las demás en la superficie.

Introduce los cuencos al horno. Cierra y aumenta a 215 grados, por 4 minutos, o hasta que obtengas una buena sopa de cebolla gratinada.

Saca del horno y sirve inmediatamente.