Lo primero que hay que hacer es pelar las cebollas.
Después, vamos a cortar las cebollas en juliana
Calentamos el aceite a fuego bajo en un sartén que tenga tapa. Si la superficie del sartén es muy grande, se puede aumentar un poquito la cantidad de aceite (¡pero sólo un poquito!).
Añadimos los pedazos cortados y la pizca de sal.
La idea es pochar cebolla, y no terminar con una cebolla frita. Así que vamos a tapar el sartén y dejar que se cocine por 15 minutos.
Hay que revisar la cocción con frecuencia, para mezclar un poco y asegurar que la preparación no se deshidrate. El objetivo de la tapa del sartén es ese, pero si por alguna razón la preparación luce seca, se puede rociar con (muy poquita) agua.
Pasado el tiempo de cocción, la cebolla asada debe verse semi-transparente y sentirse muy suave. Es el momento de sumar el azúcar al sartén y mover bien para que se mezcle de manera uniforme.
30 minutos más, con el sartén tapado, serán suficientes para un buen caramelizado. Cierto, el proceso es lento, pero vale la pena. Eso sí, hay que revisar con frecuencia el proceso, y remover los ingredientes, para evitar que el azúcar se queme o se pegue al fondo del sartén. Con cada revisión, veras cómo se carameliza la cebolla poco a poco, y cómo va tomando un tono dorado. Como antes, si la mezcla se llegara a ver muy seca, rociar con un poquito de agua.
Listo, después de este tiempo, tenemos nuestro plato.