Para comenzar, limpiaremos los chiles y les quitaremos los restos de ramas, las semillas y las venas.
Luego, necesitaremos agua hirviendo para suavizar los chiles. Calienta agua en una olla, y retírala del fuego. Acto seguido, hay que sumergir los chiles en esta agua muy caliente, y dejarlos allí alrededor de una docena de minutos.
Mientras tanto, podemos aprovechar para pelar la cebolla y picar la cuarta parte, como se requiere para la receta. También pelaremos los dientes de ajo.
Cuando se haya terminado el tiempo de reposo de los chiles, los pasaremos a la licuadora. No vayas a tirar el agua en la que vienes de hervirlos.
Añadiremos a la licuadora el par de dientes de ajo, el trozo de cebolla, la pizca de canela, el orégano, el comino, un poco de sal y pimienta al gusto.
También picaremos la naranja y exprimiremos el jugo en la licuadora, teniendo cuidado de retirar las semillas. En el caso de los jitomates, los lavaremos, los trocearemos, y también los agregaremos a la mezcla.
Por último, si la licuadora tiene dificultad para procesar los ingredientes, la ayudaremos agregando un poquito del agua donde se hirvieron los chiles.
Coloca las piezas de pollo, ya limpias, en un recipiente. Báñalas con la salsa que acabas de preparar. Presta atención a que toda la carne quede bien impregnada.
Envía el pollo al refrigerador y déjalo marinar. Si puede quedarse así toda la noche, será perfecto. En caso contrario, déjalo al menos durante una hora. De cualquier forma, asegúrate de cubrir el recipiente, para que los ingredientes no se sequen.