El primer paso es quitarle la piel a los tomates. Esto es muy sencillo.
Hazle un corte en forma de cruz a los tomates por la parte de abajo. Con que sea un corte superficial es suficiente.
Mete los tomates en una olla con agua hirviendo por 1 minuto, no más.
Sácalos de la olla y ponlos bajo el chorro de agua fría.
Ahora, justo por donde hiciste el corte en forma de cruz vas a ver que la piel se desprende fácilmente. Entonces simplemente pélalos todos y deshazte de dicha piel.
Pica los tomates en trozos medianos y pásalos por una trituradora hasta que tomen la consistencia que desees.
Calienta a fuego medio una olla con un chorro de aceite de oliva.
Echa los tomates, una pizca de sal y una pizca aun más pequeña de azúcar.
Remueve bien durante unos minutos.
Baja el fuego y tapa la olla.
Deja que se cocine la salsa durante unos 40 minutos removiendo de vez en cuando.
Revisa la sal por si es necesario agregarle más.
Si deseas una salsa más condensada, deja cocinar unos minutos extra con la olla destapada.
Apaga el fuego y deja que reposa tu deliciosa salsa de tomates fritos.