Lo primero que debes hacer es sacarle el agua al coco, esto es fácil: los cocos tienen en su parte superior 3 "ojos", uno de ellos puedes penetrarlo con un cuchillo o un destornillador. Tan sencillo como que lo haces y le sacas el agua de coco por ahí (no la botes).
Una vez vaciado, debes partir el coco. Golpéalo contra el piso o usa un martillo, esa parte la decides tú. Luego de partirlo le sacas toda la carne blanca procurando pelarla bien con un cuchillo para que no le queden partes marrones. Esta carne, preferiblemente rállala para que puedas aprovecharla al máximo.
Posteriormente viene la creación de la leche. En una batidora de vaso agregas el agua del coco, que nunca es más de media taza, una taza de agua caliente (para empezar) y el coco rallado. Lo licúas todo a alta velocidad durante un par de minutos y revisas el espesor, agrega más agua de ser necesario.
Cuando tengas el espesor deseado, pasa la mezcla por un colador y con la mano vas apretando la pulpa del coco para sacarle la máxima cantidad de líquido. Generalmente esta pulpa se usa para otras preparaciones.
El líquido blanco resultante, es tu leche de coco.