Primero que todo, hay que dejar los garbanzos la noche anterior en remojo. Ponlos en una olla con abundante agua y una pizca de sal. Como van a crecer de tamaño, usa una olla grande.
A la mañana siguiente retira el agua y lava un poco los garbanzos.
Ponlos en una olla grande y échales agua hasta que queden cubiertos como unos 3 dedos por encima. Pon la olla a fuego alto y en lo que rompa a hervir baja la llama a un poco más de la mitad, agrégale 2 hojas de laurel y tapa.
Mientras tanto puedes ir preparando el sofrito. Pica la cebolla, dientes de ajo y tomates bien pequeños.
Pon una sartén grande con una generosa cantidad de aceite de oliva y pocha el ajo, la cebolla y el tomate a fuego medio. La idea es que se cocinen un rato, a una temperatura no muy alta para que no se quemen.
Échale a esta fritura un poco de sal, pimienta, comino y el pimentón de la vera. Mezcla bien y deja cocinar otro par de minutos.
Mientras tanto, la olla con los garbanzos debe hervir un buen rato. Calcula un poco más de 1 hora para que el grano empiece a ablandar, cuando esto suceda, echa la fritura de la cebolla, ajo y tomate y mezcla bien.
Deja que se cocine otra media hora más.
Revisa como va el garbanzo, si aun está duro, sigue cocinando otro rato más, si está blando, o muy blando, baja el fuego al mínimo.
Llena otra olla con agua y pon a fuego alto. Cuando comience a hervir echa las espinacas y revuelve por no más de 1 minuto. Retíralas del fuego y cuélalas. Lo único que necesitas es blanquearlas para quitarles el amargo de la hoja.
Ahora simplemente mezcla las espinacas, escurridas, con los garbanzos.
Revuelve bien y deja cocinar todo junto unos 5 minutos más.
Transcurrido este tiempo ya tienes listo tu potaje de garbanzos con espinacas.