Abrir la bolsa de frijoles y separar los que se vean dañados, o cualquier partícula que se haya filtrado entre los granos.
Meter los granos en un colador y lavar debajo de un chorro de agua. Otra opción es poner una olla de agua a calentar, agregar los frijoles, dejarlos unos minutos y luego cambiar el agua.
Cocinar los frijoles a fuego alto, con un par de litros de agua. Con una olla de presión, dejarlos poco más de una hora. Con una olla normal, dos horas y media. Si aún no se sienten suficientemente suaves, dejarlos cocinar algo más de tiempo.
Mientras se cocina los frijoles, pelar la cebolla y el ajo. Cortar la primera en cubos pequeños y triturar el segundo.
Lavar el cilantro y el cebollino, y cortar en trozos menudos.
Lavar el chile o los pimientos. Si se trata de chile picante, quitar la rama de cabeza. Si no pica, se puede cortar en trozos pequeños.
En otra olla, disponer de 4 a 6 cucharadas de aceite para freír la cebolla y el ajo.
Una vez que la cebolla empiece a verse traslúcida, agregar los chiles enteros o picados según el caso.
Sumar a la mezcla los frijoles colados, y solo una taza del caldo (o incluso menos, si prefieres los frijoles más espesos).
Remueve para que todos los ingredientes se mezclen, y deja cocinar de 8 a 10 minutos. Revisa y mueve los frijoles con cierta frecuencia.
Si añadiste chiles picantes a la receta, este es el momento de buscarlos y sacarlos. Si no es así, todo se queda como está.
Agregar una cucharadita cafetera de comino, el cilantro y el cebollino picado, y sal y pimienta al gusto. Revolver.
Con un utensilio para aplastar papas, pisa los frijoles hasta que se vuelvan pasta. Si lo tuyo es la tecnología, puedes pasarlos por una licuadora o robot en este punto, pero cuidado con quemarte.
Después de que los frijoles estén aplastados y queden con apariencia de crema, probar y corregir la sazón, si es necesario.