Agarra el coco con un paño de cocina y busca en su parte superior unos agujeros de color más oscuro. Con un objeto puntiagudo abre esos agujeros hasta que llegue a la pulpa. Saca el agua de su interior y resérvala.
Utiliza algo filoso y entiérralo allí, luego poco a poco escarba, hasta llegar a la parte carnosa del coco. Ten cuidado, sino puedes cortarte. Una vez allí, saca el agua de la fruta y verte dentro de un recipiente y reserva.
Para sacar la pulpa o carne del coco, coloca la toalla o manta en el piso y golpea la fruta con fuerza. Hazlo en el mismo lugar donde hiciste el hoyo. Cuando se quiebre, retira la concha y reserva la pulpa. También puedes golpear el coco, con una piedra.
Retira la parte oscura del coco, con un cuchillo filoso.
Corta en cuadritos la pulpa o carne del coco. Reserva.
Coloca los cubitos de coco, la leche de coco y la condensada dentro de un vaso de licuadora.
Licúa a máxima velocidad por 40 segundos o hasta que se haya mezclado todo y no queden trozos grandes.
Agrega una pizca de canela en polvo al gusto.