El restaurant chino clandestino de Lisboa

portada chino clandestino

Una de las primeras cosas que me dijeron al llegar a Portugal fue “te vamos a llevar a comer al restaurant chino clandestino de Lisboa”  – «¿Qué?»

Me explicaron que hay algunos sitios de comida “clandestina” en la ciudad, lugares que sólo se conocen por el boca en boca, no están en guías turísticas y fueron hechos para satisfacer a los inmigrantes respectivos, pero dan la bienvenida a todo aquel foráneo que los visite.

Tras un par de días de bacalao el momento llegó: “Esta noche vamos” me dijeron.

A las 8:00 pm bajamos por los solitarios callejones del Barrio Viejo lisboense hasta llegar a la céntrica plaza de Martim Moniz donde nos encontramos con un tercer amigo.

Luego atravesamos la plaza hasta llegar a una esquina con una tienda de productos chinos. En dicho lugar había un callejón oscuro y solitario. Nos dirigimos hacia él.

Había varias puertas sin ningún tipo de identificación. Nos detuvimos frente a una que tenía varios intercomunicadores, uno de ellos con caracteres chinos. Sonaba lógico que fuera ese el lugar por lo que pisamos el botón… nada… lo volvimos a pisar… nada…

Luego de esperar un par de minutos me acerqué a la puerta , aparentemente cerrada, la empujé y se abrió. “Muchachos… entremos”, dije.

El interior del edificio era un pasillo totalmente oscuro y muy bajito, tuve que caminar agachado. Al fondo, luz. Una escalera.

Comenzamos a subir.

Piso 1: dos puertas sin identificar.

Piso 2: dos puertas, una de ellas con caracteres chinos. ¡Llegamos! ¿Llegamos?

Estaba entreabierta, pero igual la tocamos. Al instante una señora nos hizo pasar.

Al entrar al lugar vimos varias mesas, una de ellas, al fondo, con varios chinos sentados quienes dejaron de conversar entre ellos para mirarnos fijamente de abajo hacia arriba, analizándonos. Seguidamente sonrieron, nos saludaron amablemente y siguieron en lo suyo.

El lugar es/era un piso al que le quitaron todo y le pusieron mesas. Al fondo había una puerta que daba acceso a la cocina y al baño. De hecho si querías ir al baño debías atravesar la cocina.

Nos sentíamos en una película. Pero no éramos los protagonistas. En tal caso nuestro papel sería el de esos actores de relleno que salen volando por las ventanas en las escenas de acción.

Luego de relajarnos con un par de cervezas nos trajeron la carta. Que estaba escrita en portugués y en chino.

A partir de este momento, la noche se convirtió en una experiencia gastronómica increíble.

Puedo decir con total seguridad que probé una de las mejores comidas chinas de mi vida.

Primero pedimos tofu acompañado de huevo milenario. ¿Sabes lo que es un huevo milenario? Pues se trata efectivamente de un huevo, que ha sido conservado y “cocinado” a lo largo de varias semanas o incluso meses, en un entorno alcalino. Este proceso hace que el huevo cambie sus propiedades, se vuelve color verde oscuro y de textura gelatinosa. Su sabor cambia por completo. Es indescriptible y no es apto para personas de paladar sensible. A mí me encantó.

También pedimos unas berenjenas con miel  y picante que eran una adicción total. Exquisitas.

Posteriormente nos llevaron a la mesa un guiso de cerdo que pedimos que venía en un recipiente profundo. En un principio pensaba que se trataba de una sopa (de hecho aun tengo mis dudas) por lo que me tomé una cucharada completa a la noche. ¿Resultado? El “caldo” era la salsa picante que acompañaba al cerdo. Y era UNA DE LAS SALSAS MÁS PICANTES QUE HE PROBADO EN MI VIDA. Creo que dejé de respirar por unos segundos. Pero como soy masoquista, seguí comiendo.

Luego nos trajeron un delicioso pescado al vapor con cebollín y salsa de soja. De sabor suave, necesario para relajar el paladar un poco.

Por último, o más bien entre bocado y bocado de los demás platos, nos comimos un arroz salteado estilo cantonés, de ese color blanco con vegetales varios. Sencillo y perfecto para acompañar la comida.

¿Qué puedo decir de esta experiencia? Es una de las mejores comidas que he probado viajando. Es de las mejores comidas chinas de mi vida. Fascinante probar algo así en una ciudad en la que nadie imaginaría que existiera eso. ¿Ven por qué me gusta probar comida china a donde sea que viajo?

Dirección: Beco Barbadela, Lisboa. Es el callejón de la foto (diagonal a la plaza Martim Moniz). Segunda puerta (¿o era la tercera?). Segundo piso.

Si quieres probar comida china menos clandestina y más “normal” en Lisboa, te recomiendo visites el Hua Ta Li. Puedes leer más de este lugar haciendo click aquí.

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