La historia del huevo de Pascua y por qué se asocia a un conejo

Conejo de Pascua

Foto: Freepik creado por jannoon028

Aunque en tu región o país no celebren la Pascua con huevos de colores y fiestas para encontrarlos en el campo, muy seguramente conoces al conejo de Pascua, este personaje que, como si de un suave y pequeño Papá Noel se tratara, trae canastas llenas de huevos a las casas de los niños.

La Pascua es una celebración católica que conmemora la muerte y resurrección de Cristo, de acuerdo a la religión, sin embargo, esta fiesta tiene más de una tradición, comidas, bebidas, oraciones y, por supuesto, el conejo de Pascua.

La tradición de decorar y esconder huevos para los niños, así como el conejo de Pascua, proviene de los países anglosajones y se remonta a las fiestas precristianas cuando el conejo era símbolo de fertilidad. Debido a esto último se le relacionó con la diosa germana Ostara, también conocida como Eostre, a quien se le rendía tributo con la llegada de la primavera.

Algunos autores tomaron esta teoría en el siglo XVII al ver similitud entre el nombre de la diosa con la palabra Easter, que en inglés significa Pascua. Otros autores también hacen alusión a la diosa de los países dentro europeos Astarté. Uno de los personajes más famosos en creer en esta relación con la diosa Ostara fue el escritor Jacob Grimm en 1835.

Los huevos de colores representaban la nueva vida y el inicio de la primavera, pero fue en el siglo XIX cuando nació la tradición de decorarlos y hacerlos de chocolate.

La religión católica retomó algunas tradiciones, una de ellas es no comer carne roja durante la Cuaresma a la que se sumaba la de consumir huevos. En la antigüedad las familias recubrían los huevos con cera para evitar que estos se echaran a perder, tiempo después se incluyó la pintura para regalarlos a los seres queridos el domingo de Pascua.

Un dato curioso del conejo de Pascua es que apareció en los mismos lugares donde nació la tradición de los árboles de Navidad.

Foto: Pixabay

Leyendas:

Pasó todo el día y toda una noche, cuando de repente el conejito vio que Jesús se levantó y un ángel quitó la piedra que tapaba la entrada y Jesús salió de la cueva. El conejo comprendió que Jesús era el Hijo de Dios y decidió que tenía que avisar a todo el mundo y a todas las personas que lloraban, que ya no tenían que estar tristes porque Jesús había resucitado. Como los conejos no pueden hablar, se le ocurrió que, si les llevaba un huevo pintado, ellos entenderían el mensaje de vida y alegría, y así lo hizo. Desde entonces, el conejo sale cada Domingo de Pascua a dejar huevos de colores en todas las casas para recordar al mundo que Jesús resucitó y hay que vivir alegres.

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